Es automático. Basta con que suene el timbre de la puerta y los perros se levanten corriendo hacia ella, ladrando y algunos incluso dando vueltas sobre sí mismos. Pero, ¿por qué esta reacción tan exagerada?
La razón la debemos buscar en su psicología. Los perros son animales de manadas, en las que la entrada de un nuevo miembro a esa manada es muy difícil, ya que suelen ser grupos cerrados. En un perro que vive con humanos, su manada es su núcleo familiar: ya sea él y una persona, él y dos personas, él y más de dos personas, él, X personas y más perros, él, X personas y X animales… Por tanto, él aprende que, tras escuchar el timbre se encuentra una persona. Una persona que puede ser conocida o puede ser desconocida. Una persona que puede ser un peligro para la manada o no… O que incluso quiera formar parte de esa manada…
Para entender la psicología del perro, debemos ponernos en su lugar y entender que este comportamiento es totalmente natural. En su cerebro, cada vez que suena el timbre se produce una descarga de adrenalina, de ahí, esa reacción exagerada que es fruto de algo que él no puede controlar, sin embargo, ¿se puede educar?
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Pues, como pasa con el ruido de los petardos o con el ruido de los truenos de una tormenta, se puede desensibilizar al perro ante este estímulo que es el timbre, pero difícilmente lo conseguiremos con perros miedosos, aunque no es imposible. ¿Cómo actuar para que se produzca esta desensibilización al timbre, es decir, que cuando suene el timbre, el perro sea capaz de mantenerse calmado ante su sonido?
- Para empezar debes saber que este aprendizaje lleva tiempo y esfuerzo por tu parte. Y también colaboración por parte de la visita. Muchas veces, la exaltación del perro viene dada por las muestras de cariño y alegría del visitante. Si el perro aprende que tras el sonido del timbre hay una persona que le va a prestar mucha atención de forma positiva, se va a morir de ganas de que abras la puerta cuanto antes. ¿Cómo empezar?
- Primero, y con ayuda del ordenador, busca por Internet algún sonido tipo timbre (lo más parecido al tuyo o igual que el tuyo) y ponlo en marcha cuando tu perro esté calmado. Debes ponerlo en marcha a muy bajo volumen, casi imperceptible para ti (pero no para tu perro, que tienen mucho más desarrollado el oído que nosotros). Repite esto diariamente no más de 5 minutos al día pero cada día que pase sube un poquito más el volumen; mientras puedes hacer otras cosas, puedes hacer ruido, incluso puedes poner música. Llegará un momento que para tu perro el sonido del timbre no le perturbará.
- Llega la parte más difícil. Poner a prueba a tu perro con el timbre de tu puerta. Necesitarás la ayuda de otra persona. Haz vida normal dentro de tu casa con tu perro y la otra persona que le dé al timbre. No te disgustes si tu perro sigue con la misma actitud. El aprendizaje no ha hecho más que empezar. Dirígete a la puerta donde lo más seguro es que tu perro haga rato que esté ahí. Ordénale que se siente y que deje de ladrar. Una vez lo hayas conseguido, abre la puerta. La otra persona debe ignorar por completo al perro y solo le debe hacer caso cuando se haya sentado y calmado.
- Repite esto unas tres veces al día. Recuerda que no debes abrir la puerta hasta que no esté calmado, y que una vez esté calmado le debes recompensar con una golosina, elogio o caricia.
No te desesperes. Es un aprendizaje muy lento pero eficaz si lo haces bien. Hacerlo bien significa que siempre que suene el timbre debes actuar de la misma manera (y la visita también). Puedes informar a la visita que no haga caso al perro hasta que no se calme porque está en proceso de aprendizaje.
Sandra Ferrer.
Creadora del Programa de Educación Canino “Cómo Educar a un Cachorro”